Me sucede en muchos ámbitos no solo el educativo: esa sensación de estar en off side, de hablar otro idioma y notar las caras de desconcierto de mis interlocutores, ya sea porque hablo “raro” o porque los temas tratados me son absolutamente desconocidos.
Pongamos un ejemplo: no miro televisión, ergo las más de las veces no puedo participar de las charlas que se dan a mi alrededor. No conozco programas, novelas, talk shows, nombres de actrices, modelos o conductores famosos. Quedo afuera, soy sapo de otro pozo.
El caso inverso se da cuando el tema de conversación gira en torno a “la compu”. Internet, chats, foros, herramientas de office… En la escuela parece tema prohibido, escucho el cantito mil veces repetido de mis compañeras: “yo de computación no sé nada”. Las maestras siempre tienen algún familiar (hija, marido, sobrino) que les “pasa” las planificaciones en la computadora y hasta se las imprimen, ya que se autodenominan y aceptan como absolutas ignorantes en la materia. “Tendría que hacer un curso para aprender” es otra acotación que salta a relucir en forma frecuente, como si se sintieran en falta y necesitaran justificarse.
¿Por qué ese rechazo? ¿Me parece a mí nada más o también queda flotando en el aire un olor a “eso no es para mí, prefiero el artesanal lápiz y papel”? No hablo de casos aislados, son muchos los docentes que reniegan de las herramientas tecnológicas disponibles que nos facilitarían enormemente la tarea cotidiana.
Por otro lado, nuestros alumnos son avezados usuarios de las bondades que ofrece el mundo virtual: no solo juegan y chatean. También mandan e-mails, se registran en foros, abren cuentas en facebook, descargan y suben películas, música o filmaciones hechas desde sus celulares a Youtube, googlean a sus profesores y compañeros, publican en deviantart sus creaciones de photoshop, etc, etc…
Existe todo un mundo en Internet, y los educadores nos quedamos afuera de ese mundo al desconocerlo. ¿De qué saberes que les resulten significativos pretendemos ser portadores? Nuestros alumnos saben y nosotros no.
La era tecnológica llegó para quedarse y nosotros no le hemos encontrado la vuelta a la cosa.
Pensemos en otras profesiones. En medicina por ej, han logrado aplicar estas nuevas tecnologías en su beneficio; desarrollan cada vez más instrumentos funcionales a la profesión y sus necesidades específicas. En ingeniería, contabilidad, diseño gráfico, construcción, bioquímica, seguridad, bancos, consultoras… todos han adoptado y no pueden vivir ya sin las nuevas herramientas tecnológicas.
Sólo en educación les damos la espalda, sin sospechar las ventajas que supondría su uso. Y no lo digo por el “copy & paste” tan extendido entre el alumnado que gracias a la wikipedia saca buenas notas.
Hablo de nosotros, que nos estamos quedando atrás, que con nuestras clases tan lindas planificadas en la carpeta, no logramos hacer que nuestros alumnos dejen de bostezar y que tampoco aprovechamos al máximo las capacidades creativas de la computadora para que sea a la vez tanto herramienta de trabajo como vehículo de aprendizaje.
En otro contexto no dudaría en proponer computadoras para las escuelas (que de hecho las hay, pero no andan). Pero nada de gabinetes, con profesores que les enseñen lenguaje de programación o la diferencia entre software y hardware, sino para el uso cotidiano dentro del aula, como herramienta de consulta, de investigación, de creación de trabajos en diferentes formatos según la aplicación que se les quiera dar.
Pero para eso nosotros tendríamos que saber usarlas lo cual representaría un desafío nuevo. Y costoso, claro.
¿Por qué los docentes le tienen miedo a la computadora? ¿Qué se esconde detrás de esa resistencia a entrar en la era tecnológica y que ésta entre en la escuela?