7 de abril de 2020

El bosque nos hace falta

En "El libro del verano" (Sommarboken), Tove Jasson también habla del bosque, lo llama "El bosque mágico". Se va construyendo de a poco en una narración que parece ir rodeándolo sin atreverse a entrar en él de plano, hay vislumbres apenas de troncos agachados, marañas sumisas,  agujas, podredumbre. "El bosque mágico se había ido construyendo con penoso esfuerzo - dice la narradora-, de modo que el equilibrio entre la supervivencia y la extinción era en él tan frágil que no podía permitirse el menor cambio". Hay vida en el bosque, sin duda, ya que se escucha ruido de alas, rozar de patas (aunque las aves y los animales que los producen nunca se vean por estar sumergidos - dice Tove Jasson-  "en la perpetua oscuridad de la espesura"). Hay vida, sin duda, también en la muerte.
El bosque no es domesticable. La familia (así denomina la autora a los habitantes de la casa cuando funcionan en forma de tribu) pretende decorarlo, pero fracasa. La abuela, se "sabe más", se limita a entrar en él, internándose "más allá del pantano y los helechos". Luego se tiende en el suelo y mira el cielo a través de los líquenes y las ramas. Es un viaje secreto del que no habla. (...) 
Confío que este bosque me sirva para entrar a la cuestión de la diversidad y la diferencia con un espíritu más abierto. 
Se suele reivindicar la diversidad desde el punto de vistas ético, moral: habría derecho a ser diferente, y todos los diferentes deberían ser respetados en su diversidad. Sin embargo, el bosque parece indicarnos que la diversidad es mucho más que eso. Que no se trata sólo que sea lícita o respetable y que tengamos obligación moral de tolerarla, sino que es sobre todo bella, gozosa e indispensable. El verdadero motor de toda construcción de sentido, toda significación, toda lectura. El bosque nos hace falta. Pobres de nosotros si, desprovistos de bosque, ya no somos capaces de perdernos, de inquietarnos y deslumbrarnos frente a lo que nos resulta un poco oscuro, un poco enmarañado, un poco incomprensible! Sería como perder los enigmas. Y el que pierde los enigmas pierde también el deseo. "Lo otro"no sólo es respetable, "lo otro"nos hace falta. Sin "lo otro", "lo uno" se seca. Sin preguntas, las respuestas se atontan. De manera que, en lugar de defender el derecho a ser un extraño, voy a hacer el intento de reivindicar la extrañeza a secas. La buena, emocionante, deliciosa extrañeza, que nunca debería faltar en nuestras vidas. Dicho de otro modo: voy a defender la incertidumbre. Después de mucho pensar, me pareció lo más útil. Mucho más que hablar de mis certezas que, la verdad, son demasiado pocas"  GRACIELA MONTES ( 2017: 133/136).
 Ensayo: El bosque y el lobo. Construyendo sentido en tiempos de industria cultural y globalización forzada.  En: Buscar indicios, construir sentido. 
Otro cuento a dos voces con Sol.

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