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30 de octubre de 2017

Tizas de colores.



Los deberes
por Herminia BRUMANA (1932).
 

Me mandan un alumno a la dirección y entra con un hosco gesto partiéndole en dos la frente ensombrecida.
No es necesario preguntarle nada para saber que la vida no lo acogió en el sendero de los felices. Tiene el cuerpo flaco, las rodillas ásperas, las zapatillas gastadas, el guardapolvo con remiendos, las manos nudosas y los ojos –los ojos, el espejo del alma- preñados de angustia.
No sé si la maestra ha podido ver todo eso, porque generalmente la maestra, a fuerza de ver los programas, el horario, el método, el procedimiento, el inspector y la técnica, concluye por no ver al niño.
Me lo han mandado “porque no hace los deberes ni estudia la lectura y no sirve para nada”.
Para captarme su confianza le hablo de cualquier cosa, lo primero que se me ocurre:
-Qué lástima, cómo se ha ensuciado el patio con esta humedad. ¿Viste?
.A “nosotro” nos embroma este tiempo para lustrar.
Ya está todo, ya no hace falta averiguar nada más para explicarse por qué es mal alumno. Trabaja, lustra.
-Y cuando la lustrada está floja -me dice después de otras cosas-. Los lunes y los viernes vendo pastillas...
-¿Y tu papá, qué hace?
-A mi papá lo llevaron al hospicio; estaba loco de tanta bebida...
¡No me atrevo a preguntar más, ni cuántos hermanitos son, ni que hace la madre, ni nada!
Me quedo doblada en dos, enmudecida, porque ya no es la primera vez que me contestan así, porque estoy cansada de comprobar que estos llamados malos alumnos no lo son por propia voluntad, sino porque la vida los maltrató primero. Ya me está dando miedo investigar nada, ya me está dando miedo acariciar un chico porque en seguida me abre su corazoncito, y ese corazón está siempre lleno de tragedia. ¡Y lo peor es que el mío no se endurece a fuerza de sufrir con la pena de estas criaturas.
Sino que se sensibiliza más y más, a tal punto que a veces me basta sólo la fugaz mirada de un niño para comprenderlo todo!
¡No, no me atrevo a preguntar nada más! Pero tengo que justificar mi autoridad en la escuela, tengo que intentar siquiera algo para decirle a la maestra que este alumno me ha prometido cumplir con sus deberes, repasar la lectura, atender en clase.
Y después de hablar un rato, termino pidiéndole:
.Me traes a mí una copia nada más. Cortita, lo que puedas, con lápiz, como sea. Una vez por semana... y si puedes dos. Así yo le diré a la maestra que me traes a mí los deberes, ¿entendido?
Si, me lo promete. Me lo promete y cumplirá. ¡Y yo tendré en mis manos unas hojitas borroneadas sucias, escritas con estas manos nudosas y ásperas que lustran zapatos de los otros para poder comprarse zapatillas!¡Primero será una copia, después el problema, luego más, más! Yo soy maestra y tengo el deber de pedirles trabajo para la escuela.
Porque si no fuera así, y me dejara llevar por el impulso de mi corazón, es probable que, cruzada de brazos delante de estos alumnos que no tienen padre, que comen mal y duermen peor, que cuentan diez años y ya saben lo amargo que es ganarse la vida dijera:
-¿Deberes? Ustedes no tienen que hacer deberes. Jueguen en la calle si les queda
tiempo, aprendan lo malo, háganse miserables. Nada de deberes. Ustedes no tienen ni el deber de ser buenos, porque les han negado el derecho a la felicidad.

Herminia BRUMANA (1932), Tizas de Colores,
en (1958) Obras Completas, Bs. As, Claridad. (p. 230)
Herminia Brumana (1901-1954) Maestra y escritora vinculada al feminismo y a las posiciones políticas anarquistas. En “Tizas de colores” presenta sus experiencias como docente primaria.

25 de marzo de 2012

El violento oficio de escribir

Tal el título de uno de los mejores libros que he leído. Su autor: Rodolfo Walsh. 
Ayer, 24 de marzo... 36 años después del Golpe, 35 después de su muerte. 
No sin antes escribir la famosa Carta abierta a la junta militar. 
Y me acuerdo del año pasado, cuando el tribunal leyó las sentencias a los genocidas Acosta, Astiz, etc. 
Una justa reparación histórica. Lucidez y compromiso en las ideas, maestría en su oficio. 




Por Rodolfo Walsh
Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (1), y eso me gustó.

Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antig"uedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie.

Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces. En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez. 

19 de marzo de 2012

María Teresa Andruetto premiada



‎"The Hans Christian Andersen Award Jury of the International Board on Books for Young People (IBBY) announces that MARÍA TERESA ANDRUETTO from Argentina is the winner of the 2012 Hans Christian Andersen Author Award (...)". Fuente:www.prnewswire.com
Sin duda ya en todo el mundo es noticia que Ma. Teresa Andruetto es la ganadora del premio Hans Christian Andersen, distinción que otorga cada dos años el Ibby (International Board on Books for Young People) a un escritor y a un ilustrador cuya obra completa signifique una contribución relevante a la literatura infantil y juvenil. 
Es una gran felicidad que esta gran escritora reciba este premio, por su gran labor y sus magníficas historias!!!!
Su blog sobre escritoras argentinas: http://narradorasargentinas.blogspot.com.ar/

1 de octubre de 2010

Clarisse McClellan, la niña que iluminaba la noche

Ray Bradbury siempre tiene algo que decir. A l@s grandes y a l@s chic@s. Leer Fahrenheit 451 a los 15 fue una de las mejores experiencias de mi vida... Ser rebelde a lo Clarisse se puede decir que era una de las aspiraciones de mi adolescencia. En una época en que lo relatado en el libro era (y sigue siendo) una realidad, leer, hacer música y caminar horas interminables charlando con mi amigo Javier resultaba desde nuestro punto de vista toda una definición de rebeldía, en contra de la moda, de lo que se esperaba de un/a adolescente...
De grande leí "La niña que iluminó la noche", y no pude dejar de acordarme de Clarisse otra vez...


Bradbury textual: " - No le importa si lo acompaño? Soy Clarisse McClellan.
- Clarisse. Guy Montag. Vamos. Qué haces aquí tan tarde? Cuántos años tienes?

Caminaron en la noche ventosa, por la acera de plata, y el débil aroma de los melocotones maduros y las fresas flotó en el aire, y Montag miró alrededor y pensó que no era posible, pues el año estaba muy avanzado.
Sólo ella lo acompañaba, con el rostro brillante como la nieve a la luz de la luna, pensando, comprendió Montag, en aquellas preguntas, buscando las respuestas mejores.


 -Bueno- dijo la muchacha-, tengo diecisiete años y estoy loca. Mi tía dice que es casi lo mismo. Cuando la gente te pregunte la edad, me dice, contestales que tienes diecesiete y estás loca. No es hermoso caminar de noche? Me gusta oler y mirar, y algunas veces quedarme levantada y ver la salida del sol. (...)

Entonces Clarisse McClellan dijo:
-Le importa si le hago una pregunta? Desde cuándo es usted bombero?
-Desde que tenía veinte años, hace diez.
-Leyó alguna vez alguno de los libros que quema?
Montag se rió.
-Lo prohibe la ley.
-Oh, claro.
-Es un hermoso trabajo. El lunes quemar a Millay, el miércoles a Whitman, el viernes a Faulkner; quemarlos hasta convertirlos en cenizas, luego quemar las cenizas. Ese es nuestro lema oficial.
Caminaron un poco más y la niña dijo:
- Es verdad que hace muchos años los bomberos apagaban el fuego en vez de encenderlo?
-No, las casas siempre han sido incombustibles.
-Qué raro. Oí decir que hace muchos años las casas se quemaban a veces por accidente y llamaban a los bomberos para apagar las llamas." 
FAHRENHEIT 451


"¡De pronto, oyó golpear en la ventana! Había una sombra detrás. Oyó llamar a la puerta. Había una sombra detrás.
- Buen día...- oyó que una niña le decía en medio de las luces brillantes, de las luces rojas, de las luces rosadas, de las luces multicolores.
- Me llamo Negra –dijo la niña toda vestida de negro pero con la cara muy blanca- pero tu estás muy solo.
- Yo quería correr afuera con los otros niños –dijo el muchachito – pero no me gusta la noche.
- Yo te presentaré a la noche y serán amigos –dijo la niña y apagó la luz agregando.- Ves, cuando apago la lámpara, se enciende la noche.
- Nunca lo había pensado –dijo el muchachito.
- Y cuando uno enciende la noche, nazco yo, Negra y uno alumbra las chicharras y los grillos y las estrellas y las ranas. El cielo es como una casa con sus luces blancas, con sus luces rojas, amarillas, verdes, azules y fuegos artificiales .Y con las luces apagadas y la noche encendida podemos oír los grillos, las chicharras y las ranas.
Y con todas las luces apagadas hicieron vivir la noche en toda la casa, como una rana, como una chicharra, como un grillo, como una estrella, como una luna." 

LA NIÑA QUE ILUMINÓ LA NOCHE.



La imagen pertence a la ilustradora mexicana Elsa Brondo, de quien me encanta su estilo melancólico. 

1 de mayo de 2010

Las palabras


Hoy releí una vieja carpeta de la Facultad. La materia: Política y legislación de la Educación. La prof: Silvia Barco. Nos regaló este texto maravilloso y al encontrarlo en esa carpeta y habiendo pasado agua bajo el puente entiendo el sentido con el que introdujo este texto en su materia. Gracias profe.
LAS PALABRAS
Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas. Las palabras están ausentes. Algunas palabras nos absorben, no nos dejan: son como garrapatas, vienen en los libros, en los periódicos, en los mensajes publicitarios, en los rótulos de las películas, en las cartas y en los carteles. Las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, conminan, imponen, segregan, eliminan. Son melifluas o ácidas. El mundo gira sobre palabras lubrificadas con aceite de paciencia. Los cerebros están llenos de palabras que viven en paz y en armonía con sus contrarias y enemigas. Por eso la gente hace lo contrario de lo que piensa creyendo pensar lo que hace. Hay muchas palabras.
Y están los discursos, que son palabras apoyadas unas en otras, en equilibrio inestable gracias a una sintaxis precaria hasta el broche final: "Gracias. He dicho". Con discursos se conmemora, se inaugura, se abren y cierran sesiones, se lanzan cortinas de humo o se disponen colgaduras de terciopelo. Son brindis, oraciones, conferencias y coloquios. Por medio de los discursos se transmiten loores, agradecimientos, programas y fantasías. Y luego las palabras de los discursos puestas en papeles, pintadas en tinta de imprenta -y por esa vía entran en la inmortalidad del Verbo. Al lado de Sócrates, el presidente de la junta domina el discurso que abrió el grifo fontanero. Y fluyen las palabras, tan fluidas como el "precioso líquido". Fluyen interminablemente, inundan el suelo, llegan hasta la rodilla, a la cintura, a los hombros, al cuello. Es el diluvio universal, un coro desafinado que brota de millares de bocas. La tierra sigue su camino envuelta en un clamor de locos, a gritos, a aullidos, envuelta también en un murmullo manso represado y conciliador. De todo hay en el orfeón: tenores y tenorinos, bajos cantantes, sopranos de do de pecho fácil, barítonos acolchados, contraltos de voz-sorpresa. En los intervalos se oye el punto. Y todo esto aturde a las estrellas y perturba las comunicaciones, como las tempestades solares.
Porque las palabras han dejado de comunicar. Cada palabra es dicha para que no se oiga otra. La palabra, hasta cuando no afirma, se afirma: la palabra no responde ni pregunta: encubre. La palabra es la hierba fresca y verde que cubren los dientes del pantano. La palabra no muestra. La palabra disfraza.
De ahí que resulte urgente mondar las palabras para que la siembra se convierta en cosecha. De ahí que las palabras sean instrumento de muerte o de salvación. De ahí que la palabra sólo valga lo que vale el silencio del acto.
Hay, también, el silencio. El silencio es, por definición, lo que no se oye. El silencio escucha, examina, observa, pesa y analiza. El silencio es fecundado. El silencio es la tierra negra y fértil, el humus del ser, la melodía callada bajo la luz solar. Caen sobre él las palabras. Todas las palabras. Las palabras buenas y las malas. El trigo y la cizaña. Pero sólo el trigo de pan.
José Saramago. El equipaje del viajero. Ed.Alfaguara, MexicoDF. 1999
La imágen es de la ilustradora  mexicana Elsa Brondo.

3 de marzo de 2010

Las babas del diablo

Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías, actividad que debería enseñarse tempranamente a los niños, pues exige disciplina, educación estética, buen ojo y dedos seguros. No se trata de estar acechando la mentira como cualquier reporter, y atrapar la estúpida silueta del personajón que sale del número 10 de Downing Street, pero de todas maneras cuando se anda con la cámara hay como el deber de estar atento, de no perder ese brusco y delicioso rebote de un rayo de sol en una vieja piedra, o la carrera trenzas al aire de una chiquilla que vuelve con un pan o una botella de leche.
Fragmento del cuento: "Las babas del diablo" de Julio Cortázar.

Hoy, como muchas otras veces me encontré pensando sobre la "ambiguedad" de las cosas. Lo compruebo día a día al intentar acordar cosas o entenderme con otros. Cuando creí haber entendido una cosa,sin embargo el otro entendió algo completamente diferente y cada uno se fue seguro de haberse entendido... pero resulta que no...
Las costumbres de otros, la cultura, que son parecidas pero no iguales a la mía... Probablamente ahí esté la riqueza...
Sin embargo cuántos significados ligeramente diferentes  puede tener una misma cosa para unos y para otros.
La ambiguedad de la interpretación está ahí... incluso cuando vemos una misma cosa pero probablemente cada persona dará una versión distinta de lo que vio o entendió...
La versión literaria mejor relatada de esto, es para mí el cuento "Las babas del diablo" de Julio Cortázar... En su versión cinematográfica "Blow up" de Michelángelo Antonionni.
A medida que el fotógrafo va ampliando la imágen con su zoom, comienza a "interpretar" "entender" algo distinto de lo que él msimo había creído ver en ese parque en el momento de sacar la fotografía... Lo que para él había sido una escena romántica resultó otra cosa...
Esta frase de un ensayo, el cual trata del hecho fotográfico creo que bien puede aplicarse a esta reflexión sobre la interpretación o en todo caso sobre "lo interpretado": 

"Cuál es la moraleja de este "blow-up"? Al igual que el personaje del film de Michelangelo Antonioni, la práctica fotográfica tiene un hálito fantástico, sino fantasmagórico, que se devela en el juego del revelado de la imagen crecientemente ampliada, que conduce desde la certeza icónica (¡esto ha sido!) a la aporía óptica (¿esto ha sido?)"(Ricardo Paredes Quintana:1999)

14 de enero de 2010

Tesis sobre la filosofía de la historia


Séptima Tésis de Filosofía de la Historia de Walter Benjamin.

Considerad la oscuridad y el gran frío.
De este valle que resuena de lamentos.
Brecht,B. La ópera de los tres centavos.


Fustel de Coulanges le recomienda al historiador que quiera revivir una época que se quite de la cabeza todo lo que sabe del curso ulterior de la historia. Mejor no se podria identificar al procedimiento con el que ha roto el materialismo histórico. Es un procedimiento de empatía. Su origen está en la apatía del corazón, la acedia, que no se atreve a adueñarse de la imagen histórica auténtica, que relumbra fugazmente. Los teólogos medievales vieron en ella el origen profundo de la tristeza. Flaubert, que algo sabía de ella, escribió: “Pocos adivinarán cuán triste se ha necesitado ser para resucitar a Cartago“.(1) La naturaleza de esta tristeza se esclarece cuando se pregunta con quién empatiza el historiador historicista. La respuesta resulta inevitable: con el vencedor. Y quienes dominan en cada caso son los herederos de todos aquellos que vencieron alguna vez. Por consiguiente, la empatía con el vencedor resulta en cada caso favorable para el dominador del momento. El materialista histórico tiene suficiente con esto. Todos aquellos que se hicieron de la victoria hasta nuestros días marchan en el cortejo triunfal de los dominadores de hoy, que avanza por encima de aquellos que hoy yacen en el suelo. Y como ha sido siempre la costumbre, el botín de guerra es conducido también en el cortejo triunfal. El nombre que recibe habla de bienes culturales, los mismos que van a encontrar en el materialista histórico un observador que toma distancia. Porque todos los bienes culturales que abarca su mirada, sin excepción, tienen para él una procedencia en la cual no puede pensar sin horror. Todos deben su existencia no sólo a la fatiga de los grandes genios que los crearon, sino también a la servidumbre anónima de sus contemporáneos. No hay documento de cultura que no sea a la vez un documento de barbarie. Y así como éste no está libre de barbarie, tampoco lo está el proceso de la transmisión a través del cual los unos lo heredan de los otros. Por eso el materialista histórico se aparta de ella en la medida de lo posible. Mira como tarea suya la de cepillar la historia a contrapelo.

(1) "Peu de gens devineront combien il a fallu étre triste pour ressusciter Carthague".

En este sitio pueden encontrar las tesis completas

La imágen pertenece a la ilustradora mexicana Elsa Brondo. La pueden encontrar en este blog.

25 de abril de 2009

Dos recomendados

No puedo dejar de hacer una referencia a dos excelentes propuestas que han llegado a mis manos en este último tiempo. Un libro: GRAMÁTICA DE LA FANTASIA, de Gianni Rodari, con el cual tuve una "epifanía" propiamente dicha. Es un libro de lectura obligada para cualquier maestro de lengua. Pero además sentí al leerlo que confirmaba algunas de mis intuiciones acerca de lo que es el estimulo de la escritura creativa. Decididamente emparentado con lo mejor del Surrealismo, este "narrador" en el sentido benjaminiano, logra transmitir su experiencia del arte de contar historias e incentivar a los otros a que también lo hagan.
Textual: "Espero que estas páginas puedan se igualmente útiles a quien cree en la necesidad de que la imaginación ocupe un lugar en la educación, a quien tiene la confianza en la creatividad infantil, a quien conoce el valor de liberación que puede tener la palabra para todos. "El uso total de la palabra para todos" me parece un buen lema, de bello sonido democrático. No para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo".



Como segunda recomendación comparto con ustedes partes de una película que es un ejemplo de cómo la música puede ser el elemento que vehiculice la búsqueda de la identidad individual y comunitaria. Es la experiencia en un barrio de Salvador de Bahía, Brasil. La pelicula se llama "EL MILAGRO DE CANDEAL" y dos de sus protagonistas son los conocidos músicos Carlinhos Brown y Bebo Valdés.
Les dejo dos de los momentos que más me gustan de la pelicula:



23 de febrero de 2009

Buscando inspiración



"EN LA INFANCIA LAS PALABRAS SON BOCAS, BOCAS QUE SE COMEN LAS PALABRAS, LABIOS QUE HABLAN UNA LENGUA INCOMPRENSIBLE QUE ES, AL MISMO TIEMPO, LA LENGUA DEL AMOR. EL NIÑO SOLO CAPTA LA MIMICA, LA FISONOMÍA DE LOS VOCABLOS QUE SE ACERCAN A ÉL COMO UNA CARICIA O QUE SE APARTAN EN UN GESTO DE ADIÓS. LOS CHICOS JAMÁS ESCUCHAN LO QUE DICEN LOS MAYORES, MÁS BIEN LOS VEN HABLAR COMO EN UNA PELICULA MUDA."

Ricardo Ibarlucía, Estudio Introductorio a
"Una ola de sueños" de Louis Aragon.
Foto de André Kertész. Ernest.
¿París? ¿cualquier otro lado? ¿1931? ¿2009?



Una letra pájaro... ¡¡¡Vamos, siempre baila!!!
Maite, 5 años. (Parte de una canción estival)

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