31 de marzo de 2012

El chiribitil que faltaba

"Sanchodo curador" es el título de un cuento de Graciela Montes que forma parte de una serie de cuentos con "odos" como protagonistas (Está Nicolodo, que es muy famoso; pero no menos improtante que Teodo, Papitodo y Mamitoda)... Estos pequeños habitantes de los  jardines son tímidos, viven en latitas de azafrán, desayunan una gota de agua y pastito fresco, y les encanta tomar mate.
Formaron parte de la infancia lectora de aquellos que leímos Los cuentos del Chiribitil, menos Sanchodo que no fue editado en esa colección. Recién en 1984 fue editado por Humi, una revista infantil de aquella época. 
Todos esos personajes fueron ilustrados magistralmente por Julia Díaz... Incluso Sanchodo. Aunque no vio la luz en aquella mítica colección.
 Julia se ha contactado y  nos ha enviado algunas ilustraciones inéditas de aquel cuento... Volver a la infancia por un rato es el mejor regalo que nos pudiste hacer Julia!!!!!!!!! GRACIAS POR TU GENEROSIDAD!!!!  
En lo que a mí respecta lo considero el Chiribitil inédito N° 51 

"Aunque parezca mentira, hasta el odo más pintado se lastima a veces o se enferma. Así que en el Fondo del Jardín, en el Terreno de Enfrente (y en cualquier otro oderío como la gente), además de odos carpinteros y odos pintores, de odos mecánicos, de musicodos, de odos viajeros y de inventodos tímidos, hay algunos doctodos que se ocupan de curar.
Por ejemplo: un odo aventurero que llega de su viaje con moretones y raspones se va enseguida a la latita de azafrán del doctodo Dos, que le pone vendas y le hace sana sana.
En cambio, los odos con dolor de panza de tanto comer trébol y ligustrina se van corriendo a ver al doctodo Tres para que les haga un té de margarita.
Pero cuando un odo está violeta o verde limón lo mejor que puede hacer es ir cuanto antes a la casa de Sanchodo Curador.
Como bien se sabe, cuando a un odo le viene la tristeza primero pone cara de triste, después llora hojitas y termina por ponerse verde limón. En cambio los odos asustados primero ponen cara de asustados, después dicen LU y después se ponen violeta violeta. Y el único que sabía qué hacer con un odo violeta o verde limón era Sanchodo Curador.


Primero se acomodaba bien los anteojos (que, como los odos tienen poca nariz, siempre se les andaban cayendo), después miraba bien bien, le hacía un mimo en el flequillo al enfermo y preguntaba:
—¿Y usted por qué anda tan tristón, amigo?
O si no:
—¿Qué le pasa que se lo ve tan asustado, compañero?
Y ahí nomás el odo empezaba a perder verde limón o a perder violeta y se le iba pasando la tristeza y el susto mientras contaba y contaba. Después, un caldito de helecho y a casa. Así siempre.
Pero un día Sanchodo Curador tuvo que vérselas con un caso muy difícil. Estaba tomándose unos mates con Teodo, en la puerta de la lata, cuando de pronto la ve a Odana, que venía corriendo a todo lo que le daban los zapatos y gritando:


—¡Don Sanchodo, don Sanchodo! ¡Si usted viera!
—¿Qué pasa, Odana? —preguntó Sanchodo Curador bajándose del trébol.
—Odosio está metido debajo de una piedra, más violeta que no sé qué, y no dice nada, nada más que LU LU LU todo el tiempo. Me parece que es grave, don Sanchodo.
Cuando llegaron a la piedra ya estaban reunidos el grillo Gardelito, Nicolodo, la Mariposa del Jazmín, tres vaquitas de San Antonio que venían de hacer las compras y cuatro odos chicos que estaban jugando al fútbol en la canchita del malvón.
Claro que todos se hicieron a un lado cuando lo vieron venir a Sanchodo Curador. Al fin de cuentas era el único que sabía algo de odos asustados.
Sanchodo se acomodó los anteojos, miró lo mejor que pudo el pedacito de Odosio que se veía debajo de la piedra y dijo, como siempre:
—¿Qué le pasa que se lo ve tan asustado, compañero?
Pero Odosio no estaba para contestar preguntas. Lo único que se oyó fueron tres LUS y dos suspiros.
—Lo habrá asustado algún sapo —sugirió Gardelito.
—O un grillo burlón —le retrucó Humberto, el sapo.
—O un gusano con careta.
Sanchodo Curador se acariciaba las orejas porque estaba pensando con mucha fuerza.
—Hay que averiguar —dijo por fin—. Y para averiguar hay que ir. Y de ir, mejor que vayamos todos, así no nos asustamos.
Entonces Renato, el gusano, se metió debajo de la piedra y le preguntó a Odosio dónde se había asustado y Odosio dijo LU LU LU LU LU, como cinco veces, y señaló hacia el Patio.


Ese mismo día se pusieron en marcha nueve odos, dos grillos, tres vaquitas de San Antonio y cuatro gusanos. Por suerte el sapo Humberto también iba, haciendo de colectivo, así que tanto no tardaron.
Cuando llegaron a la Frontera de los Rosales, Sanchodo Curador les dijo a todos que se bajaran de Humberto y que siguieran a pie, despacito y agarrados de la mano, para no ponerse violetas. Y despacito despacito, a pasito de odo, a salto de grillo y a panzada de gusano, llegaron hasta la primera baldosa. Allí empezaba el Desierto del Patio.
De pronto todos los odos gritaron LU y los grillos y los gusanos y las vaquitas de San Antonio y el sapo Humberto, que no sabían gritar LU, dijeron ¡Oia! Porque ahí no más, tomando sol como si tal cosa, estaba el gato Pato con todos sus bigotes.
Violeta lo que se dice violeta no se pusieron, pero un poco lila sí. Y no es que el gato Pato fuese un gato demasiado grande, pero hay que tener en cuenta que los odos son tirando a muy chicos.
Sanchodo Curador se dio cuenta de que tenía que pasar al frente, y se adelantó una baldosa roja. Y después otra blanca. Y después otra roja. Y cuando estaba casi casi al lado de los bigotes, el dueño de los bigotes abrió un ojo verde. A Sanchodo le pareció el portón de un garage. Y justo cuando estaba por ponerse violeta violeta el portón volvió a cerrarse.
Sanchodo se acomodó los anteojos, se peinó el flequillo y dijo:
—Este gato no es para asustar a nadie.
Y mientras volvían al Fondo, montados en Humberto, pensaba que un día de ésos iba a volver al Desierto del Patio, para preguntarle al gato qué se opinaba por allí del caldo de helecho tibio".  Graciela Montes.

25 de marzo de 2012

El violento oficio de escribir

Tal el título de uno de los mejores libros que he leído. Su autor: Rodolfo Walsh. 
Ayer, 24 de marzo... 36 años después del Golpe, 35 después de su muerte. 
No sin antes escribir la famosa Carta abierta a la junta militar. 
Y me acuerdo del año pasado, cuando el tribunal leyó las sentencias a los genocidas Acosta, Astiz, etc. 
Una justa reparación histórica. Lucidez y compromiso en las ideas, maestría en su oficio. 




Por Rodolfo Walsh
Cuando chico, ese nombre no terminaba de convencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos yambos aliterados (1), y eso me gustó.

Nací en Choele-Choel, que quiere decir "corazón de palo". Me ha sido reprochado por varias mujeres.

Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador. Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más burgués: comerciante de antig"uedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.

Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bolear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató, en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba "Mar Negro", y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El mayor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.

Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfeccionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.

La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke: Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años más, porque no me consideraba a la altura de nadie.

Operación masacre cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al nacimiento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso. Volví, completé un nuevo silencio de seis años. En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de escritor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces. En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota generosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero nacionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instantáneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es, entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez. 

19 de marzo de 2012

María Teresa Andruetto premiada



‎"The Hans Christian Andersen Award Jury of the International Board on Books for Young People (IBBY) announces that MARÍA TERESA ANDRUETTO from Argentina is the winner of the 2012 Hans Christian Andersen Author Award (...)". Fuente:www.prnewswire.com
Sin duda ya en todo el mundo es noticia que Ma. Teresa Andruetto es la ganadora del premio Hans Christian Andersen, distinción que otorga cada dos años el Ibby (International Board on Books for Young People) a un escritor y a un ilustrador cuya obra completa signifique una contribución relevante a la literatura infantil y juvenil. 
Es una gran felicidad que esta gran escritora reciba este premio, por su gran labor y sus magníficas historias!!!!
Su blog sobre escritoras argentinas: http://narradorasargentinas.blogspot.com.ar/

8 de marzo de 2012

8 de Marzo, día de lucha... y van...



¡Un día para homenajear el coraje DE TODAS LAS MUJERES, las de antes y las de ahora!

En estos momentos, en MI PAÍS, Susana Trimarco, el coraje y la fortaleza... Cuánto falta todavía!! Si la trata de personas, especialmente mujeres, es un tema por el que hay que luchar...

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...