"Una ola de sueños" (1924) es reconocido tardíamente como el primer manifiesto surrealista. En él se define por primera vez el concepto de surrealidad. Escrito por Louis Aragon, este es uno de mis libros de cabecera, que no me canso de leer y releer.
Tuve la suerte de escuchar la ponencia de quien realizó el estudio introductorio y la traducción de este texto del francés, el Profesor Ricardo Ibarlucía. Esas cosas especiales que pasan aveces. Fuimos a escucharlo con mi amiga Alicia a un hotel en Bariloche, hace unos cuantos años.
Población de sueños, realidad mezclada con estados oníricos, símbolos y profesías, fuerzas más allá de lo meramente superficial, poesía, duraciones automáticas, azar objetivo, cadáver exquisito, nominalismo, el Pasaje de la Opera, la surrealidad son palabras que nos llevan a entender un modo de pensar y ver el mundo de un grupo de jóvenes franceses sobrevivientes de la primera gran guerra. Un espíritu de época que llegó a desconocer a la literatura, renegar de ella. Reconoce en parte su filiación en Dadá, pero sus caminos serán largamente alterados, principalmente el de los sentidos.
El pasaje de la Opera
"... Entonces el espíritu se desprende un poco de la mecánica humana, entonces ya no soy la bicicleta de mis sentidos, la rueda de afilar los recuerdos y las coincidencias. Entonces capto en mí lo ocasional, capto de golpe cómo me supero: lo ocasional soy yo y, formada esta proposición, me río de la memoria de toda la actividad humana. ... En este punto comienza en todo caso el pensamiento, el cual no es de ningún modo ese juego de espejos en el que algunos se destacan sin peligros. Si se ha experimentado tal vértigo, aunque sólo sea una vez, parece imposible seguir aceptando las ideas maquinales con las que se resume hoy prácticamente cada empresa humana ..."
"... la verdadera naturaleza de lo real no es más que una relación como cualquier otra, que la esencia de las cosas no está de ningún modo ligada a su realidad, que hay relaciones diferentes de lo real que el espíritu puede captar y que so también primordiales, como el azar, la ilusión, lo fantástico, el sueño. Estas diversas especies se reúnen y concilian en un género que es la surrealidad"...
"Si considero de pronto el curso de mi vida, si olvido este entrenamiento del espíritu, si domino un poco el sentido de esta vida que me atraviesa, que se me escapa, de pronto...¿Qué significa todo esto? De pronto no espero nada del mundo... Hay que ver al hombre presa de sus espejos, exclamando con el acento patético de su teatro: ¿Qué devenir? Como si tuviera opción..."
"Pero entre todos los aires que de vez en cuando tarareo, hay uno sin embargo que me da hoy una libre ilusión de la primavera y de los prados, una ilusión de la verdadera libertad. He perdido este aire, y luego lo vuelvo a encontrar. Libre, libre: es la hora en que la cadena de los anillos claros del viento echa a volar por los moáres del cielo, es la hora en que el hierro se torna esclavo de los tobillos, donde las esposas son alhajas. Ocurre que esculpe entre los muros del calabozo el recluso talla una inscripción que hace sobre la piedra un ruido de alas. Ocurre que esculpe encima del remache el símbolo emplumado de los amores de la tierra. Es que él sueña y yo sueño, transportado sueño. Sueño un largo sueño donde cada uno sueña. No sé lo que va a resultar de esta nueva empresa de sueños. Sueño al borde del mundo y de la noche. ¿Qué me querían decir, hombres en el alejamiento, gritando con la mano en la bocina, riendo de los gestos del durmiente? Sobre el borde de la noche y del crimen, sobre el borde del crimen y del amor. ¡Oh Riveras de lo irreal, tus casinos sin distinción de edad abren sus alas de juego a los que quieren perder! Es hora, créanmé, de no ganar más.
¿Quién está ahí? Ah muy bien: hagan pasar al infinito."
(Los caligramas de Apollinaire que aparecen arriba sirvieron de inspiración a los surrealistas.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario