«En el juego, y solo en él, puede el niño o el adulto crear y usar toda la personalidad, el individuo descubre su self solo cuando se muestra creador» Winnicott dixit). Para él, el juego se sitúa en el área intermedia de los fenómenos transicionales que determinan la experiencia cultural.

El primero es el objeto de su atención: la acción dinámica del juego, el jugar. Los juegos responden a reglas predeterminadas, mientras que el jugar está librado a la idiosincrasia del jugador. Lo que le interesa a Winnicott no es el juego en sí, sino la actividad de jugar, esto es, el movimiento que genera la acción de jugar, porque «jugar es hacer».
En su teoría lo determinante es la capacidad de jugar. El jugar como actividad creadora, no como creación terminada, apoyada en la confianza y seguridad que otorga un ambiente facilitador suficientemente bueno.La capacidad de jugar es una forma de conocimiento creativo, un proceso abierto, nunca definitivo. Para él, el jugar es un logro en el desarrollo emocional del individuo: «El juego no es simplemente placer, es algo esencial para su bienestar», dice. El jugar depara una satisfacción que proviene del uso de un objeto, de reconocer al otro como distinto sin destruirlo, al que se confiere un nuevo valor simbólico. La experiencia de jugar produce un creciente grado de madurez, es decir, de riqueza psíquica. En el juego se despliega una actividad creativa que es expresión del verdadero self. En consecuencia, el juego principal es el juego de la vida, el estar vivo. En síntesis, para Winnicott, el juego es un fenómeno universal, una forma básica de vida, un modelo de comunicación y una actividad terapéutica.
Toda la clínica de Winnicott gravita en torno al jugar. Para él el juego tiene valor terapéutico: «Es bueno recordar siempre que el juego es por sí mismo una terapia»; es una «psicoterapia de aplicación inmediata y universal», dice.

La experiencia cultural es una extensión directa del juego. Surge en el espacio potencial entre la realidad externa o realidad compartida y la realidad interna. La experiencia cultural implica aceptar la tradición y asumir lo establecido, para cuestionarlo con una nueva forma de crear el mundo: «Para dibujar como Picasso uno tiene que ser Picasso», recuerda Winnicott…"
Extraído de: Letra urbana. Al borde del olvido.