21 de marzo de 2010

Un mensaje en la botella tirado en el mar de la web


Más de un año llevamos armando la biblioteca del Periférico. Que un año es poco me dirán, pero es como si esta biblioteca ya tuviera mil. Como la de Alejandría, se quemó, quedó olvidada por un tiempo, pero resurgió. Muchos fueron aportando material, estantes, almohadones. Hasta que el otro día brotó de Nayla la idea de largar un mensaje solidario, un mensaje tirado al mar de la web. Y fueron muchos y desde muy lejos que atendieron el llamado y muchas voluntades que se están aunando para mandar libros, ideas entre dos tapas hechas abrazo. Desde Buenos Aires, Bahía, ¡Cuba!
Y desde Cuba me mandaron estos poemas de regalo. ¡Volver a leer estos versos con gusto a abazo latinoamericano!
¡Gracias Noelia, Lidia, Reynaldo!

Para leer en forma interrogativa

Has visto,
verdaderamente has visto
la nieve, los astros, los pasos afelpados de la brisa...
Has tocado,
de verdad has tocado
el plato, el pan, la cara de esa mujer que tanto amás...
Has vivido
como un golpe en la frente,
el instante, el jadeo, la caída, la fuga...
Has sabido
con cada poro de la piel, sabido
que tus ojos, tus manos, tu sexo, tu blando corazón,
había que tirarlos
había que llorarlos
había que inventarlos otra vez.



Hablen, tiene tres minutos

De vuelta del paseo
donde junté una florecita para tenerte
entre mis dedos un momento,
y bebí una botellas de Beaujolais,
para bajar al pozo donde bailaba un oso luna,
en la penumbra dorada de la lámpara
cuelgo mi piel y sé que estaré solo en la ciudad
más poblada del mundo.



Excusarás este balance histérico,
entre fuga a la rata y queja de morfina,
teniendo en cuenta que hace frío,
llueve sobre mi taza de café,
y en cada medialuna
la humedad alisa sus patitas de esponja.



Máxime sabiendo que pienso en ti obstinadamente,
como una ciega máquina, como la cifra que repite
interminablemente el gongo de la fiebre
el loco que cobija su paloma en la mano,
acariciándola hora a hora
hasta mezclar los dedos y las plumas
en una sola miga de ternura.



Creo que sospecharás esto que ocurre,
como yo te presiento a la distancia en tu ciudad,
volviendo del paseo donde quizá juntases
la misma florecita, un poco por botánica,
un poco porque aquí,
porque es preciso
que no estemos tan solos,
que nos demos un pétalo,
aunque sea un pasito, una pelusa.


Julio Cortázar.




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