En el 2006, año en que se comenzó a recordar "oficialmente" el 24 de Marzo , como el Día de la memoria en Argentina, por cumplirse 30 años del golpe militar, el Ministerio de Educación repartió en las escuelas un material muy interesante para leer y ayudar al maestro a trabajar el tema en el aula: "Treinta ejercicios de memoria". El único problema, en mi escuela fue, por ejemplo, cómo repartir entre veinte docentes el único material que había llegado. ¿Estaríamos en la Patagonia demasiado lejos? De todas formas lo leí con gran interés porque hacía rato no llegaba a mis manos un material de la calidad de ése, en cuanto a contenido.
En aquel entonces sentí la necesidad de hacer mi propio "ejercicio de memoria" a partir de aquel que había leído, en el que treinta presonas del arte y la cultura "recordaban" en forma personal cómo los había "tocado" la dictadura. Recuerdo especialmente las palabras de un muchacho de mi edad, periodista, hijo de exiliados chilenos... su peregrinar.
Escribí de corrido, sobre esto, sobre lo que nunca se me había ocurrido escribir, y a medida que escribía afloraban recuerdos.
"... Yo no tengo experiencias de agresión directa que contar. Recuerdos sí, de una sensación oscura, de saber inconscientemente que había cosas terribles que pasaban y no se hablaba de eso... Sensaciones de niña, relatos hogareños de las armas apuntando a las personas, a mi vieja embarazada también... compañeros de escuela sin papás..
Un recuerdo muy vívido: el 2 de Abril del 82.
Una mañana más para mí, nena de diez años. Una mañana más de mandados, bolsa, almacén, buen día, ¿qué necesita esta chica? y demás. Saliendo del almacén veo un carro con un caballo, en plena ciudad, llevando una banderita argentina. (Hoy no es una imagen rara, con cartoneros buscando el mango, pero en ese entonces no era común). El hombre que lo conducía , un viejo, iba juntando basura. Esa banderita me alertó de que algo pasaba, de que algo "bueno" pasaba. Ese hombre, víctima de la situación de recesión que habían insatalado los militares y las oligarquías acomodadas, "festejaba" el gesto de "soberbia" soberanía. Tal vez la única posibilidad de sentirse reivindicado en algo, en medio de tanta vida castigada.
Pero después, no tardé muchos días en darme cuenta que lo "bueno" que estaba pasando , era motivo de llanto y dolor para las madres que veían ir a sus hijos a la guerra, hermanos sufriendo por esas partidas. Mi amiga lloraba todos los días porque a su hermano de 18 años se lo llevaron a Malvinas. Volvió, eso es lo único que puedo decir...
Semanas enteras dedicadas en la escuela al simulacro de bombardeo. Chicos meados pidiendo por su mamá, debajo de los bancos. ¿Sabe un chico cuando el bombardeo es verdadero o simulado?
Valijas preparadas por una eventual evacuación esperaban en las puertas de todas las casas de mi ciudad, ventanas tapadas... oscuridad... ¡La amenaza era "tan real" para mí!
Y yo tenía preparada, en una blosa de tela, todas mis más queridas pertenencias: album, figuritas, papelitos..."
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